Dios es amor y ha depositado en cada uno de nosotros sus hijos su amor, por tanto como sus hijos llenos de su amor no debemos guardar en nuestros corazones ningún enojo ni resentimiento contra nuestros hermanos. En cambio debemos mostrar el amor de Dios practicando continuamente el perdón sincero y genuino a aquellos quienes nos han fallado o faltado. En ocasiones se nos hace un poco difícil practicar el perdón, sobre todo cuando lo que nos han hecho ha causado heridas profundas en nuestras vidas; es entonces cuando debemos mirar a la Cruz del Calvario y recordar todo el sufrimiento que Jesús nuestro salvador paso; él fue maltratado, fue herido, fue lacerado, fue rechazado pero sin embargo su amor era tan grande por cada uno de nosotros que exclamo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, su amor nos cubrió pues el amor cubre multitud de pecado, por eso debemos amarnos sinceramente los unos a los otros así como Dios nos ha amado, solo así podremos declarar que amamos a Dios por que estaremos cumpliendo su mandamiento “El que ama a Dios, ame también a su hermano".
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